Los abuelos se despidieron de la familia a través de una videollamada.
Hace unos meses, cuando celebraron su aniversario número 52 de matrimonio, Merle, de 86 años, y Dolores Tofte, de 85 años, vendieron su casa en Vancouver, Washington, y se mudaron a una instalación de vivienda independiente donde era más sencillo encargarse de las tareas del hogar.
Unas semanas después de la mudanza, Dolores tropezó y se rompió la cadera. Cuando se recuperó en el hospital, se mudó a un hogar de acogida para adultos cercano que podría brindarle más atención médica. Su esposo, mientras tanto, la visitaba todos los días.
Aunque Dee, como le decían de cariño, sufría de Párkinson, su hija le dijo al 'Washinton Post' que se había sentido mejor que de costumbre y que no estaba temblando en su fiesta de cumpleaños.
En esa celebración le partieron una torta de chocolate, pusieron globos y les dieron regalos: su esposo le dio un reloj de pulsera nuevo y sus hijos les dieron un conjunto de pijamas a juego.
Pero después del cumpleaños 85 de Dolores, se empezó a sentir débil para ponerse de pie y para hablar.
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Sin embargo, tuvieron que llevársela al hospital. Y cuatro días después también a su esposo, pues tenía tos, fiebre y dolor de cuerpo.
Dos días después, señala el diario estadounidense, ambos dieron positivo por el nuevo coronavirus y su hija tuvo que ser puesta en cuarentena con su familia durante 14 días.
Redacción: el Tiempo
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