El Café Cali: Café, Política y Periodismo en la primera mitad del siglo XX

Traducción de texto tomado del Despertar Vallecaucano, N° 103, Agosto de 1990.
Título: Historia de un café. El Café Cali, muerte y resurreción
Autor: Editorial Despertar Vallecaucano

En el año de 1926 llegó a Cali Ignacio Stipcianos, un griego joven y emprendedor. Muy pronto Ignacio se hizo al patio y en el año de 1930 apareció en la parte baja donde funcionaba el diario "Relator", el primer café Cali, situado estratégicamente en el corazón nervioso de la sultana. Pasaron veinte años, muchos episodios políticos y administrativos se cumplieron. Saturno se llevó testas coronadas con la espuma de los años. En "Relator" de Cali escribían Alfonso Llorente Arroyo, Alfonso Montes, Teófilo Figueroa, Gregorio Hernandez Saavedra, José Gers y tantos otros que se reunían en la cita amble de cali.

Pero un día, el 25 de febrero de 1950, el café Cali fue cerrado. Con ese motivo el cronista Xerues escribió para la última "chiva" una crónica suigéneris que deseamos reproducir: "La Muertes del Café Cali".


"El Café Cali cerró el martes. Esta es la noticia escueta sin aditamentos que nos comunica la mesera más antigua del conocido rendez-vous. Y es esta la primera nota cronológica que sobre un establecimiento escribe el cronista. Lo hace con un cordial sentimiento de pesar, como cuando nos despedimos de un viejo amigo que va sin decirnos cuando ha de regresar. Sobre la estantería desierta como centinelas romanos, seis botellas de ron Caribe, hacen la última guardia. Antes se apilaban allí los mejores whiskies y la champaña de la viudad Cliquot. Este café de Cali guarda recuerdo romántico de los viejos caleños y fue semillero de crónicas nacidas al amparo de una mesa servida con buen licor. Los cronistas oyeron al político de aldea, al aspirante a puesto en la fronda burocrática, al candidato para los cuerpos colegiados, a los artistas, a los toreros, todos llegaron con sus respectivas inquietudes, y ante ellos el café Cali fue cita, motivo de esperanza y allí  leyeron con ansia la nota laudatoria que el cronista con corazón abierto a todas las inquietudes, les escribió en el periódico.

Algo muere con el café Cali, pero los imperativos de la modernidad hicieron urgente su desaparición para dar paso a un edificio de atrevida arquitectura, y todos dirán cuando se hagan las reminiscencias de rigor; Aquí estuvo el café Cali en 1950".


Después el café reapareció como fuente de soda y en el edificio Lloreda permaneció durante 14 años. Después se trasladó a la carrera 4a. N° 8 - 33 y 35. En este sitio permaneció Ignacio Stipcianos, casado con una dama caleña, doña María Zorrilla, formando un hogar y sus hijos e hijas son prestantes unidades del Cali social. El nuevo café y fuente de soda siguió trayendo clientes. Fue una institución con "good will". Ignacio, admirador de Bolivar, guardó con celo y reverencia una de los mejores retratos mejores del héroe americano.




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