Cuando los barcos navegaban en el río Cauca


Transcripción de publicación en:
Despertar Vallecaucano N° 13  - 1974
Artículo:  Cuando los barcos navegaban el río Cauca.
Autor: No Identificado

Despertar Vallecaucano puede ser consultado en la hemeroteca de la Biblioteca Departamental del Valle Jorge Garcés Borrero

Cuando los barcos navegaban el río Cauca.


Los ríos son las venas del paisaje. Y el Cauca con su historia propia, arteria fluvial en el ayer temprano olvidado y malhumorado, según las aguas lluvias. Baja de la cordillera dividiendo el paisaje del Valle del Cauca, con la artería rota de sus aguas prietas.

Como no recordar el año de 1915 cuando el río fue llamado a calificar servicios, relegado al olvido por el raudo vehículo automotor y el recién inaugurado ferrocarril del Pacifico.

Vienen a la memoria como sacados de un sarcófago, los nombres de los barcos de ayer: el "Chavés", el "Cali", el "Sucre", el "Cabal" manejado por el capitán Evencio Ordóñez, desaparecido en el tremendo remolino de Román, frente a Guacarí. El "Risaralda" de multifacéticos colores, el "Girardot", el "Ricaurte" y el "Santander" un maloliente cascarón que surtía de ganado orejinegro las aldeas ribereñas, desde Juanchito y el Paso de la Torre, hasta el embarcadero de Zaragoza entre Obando y Cartago, haciendo escalas en El Riberazo y en Platanares, cerca de Mediacanoa, movilizando peregrinos a las rogativas del Señor de Los Milagros en Guadalajara de Buga o deteniéndose por leña en El Overo, cerca a Zarzal, y aún llevando viajeros que querían llegar  hasta la remota villa de San Sebastián de Roldanillo. Y después, el "Mercedes", el más lujoso de todos.

Época cuando hombres rudos eran figuras principales en esas jornadas de principios de siglo, como don Isaac Berón, un Rafael Cifuentes, un Napoleón Casañas y entre ellos como valientes y esforzados pilotos el capitán Alfonso Manrique, el capitán Miguel Barona, o el capitán Evencio Ordoñez, que cumplían sus itinerarios fluviales de acuerdo con las avenidas del río. Hasta la Virginia o Sopinga llegaban para traer sobre el lomo liquido del Cauca, los géneros rústicos, el dulce de la roja panela vitamínica, las chirimoyas, los mangos, las guanábanas, las badeas y toda esa explosión vegetal que llenaba sus bodegas, grandes y panzudas.


Hoy el Cauca asiste a su despertar. Volverán a turbarse sus quietas aguas con el ruido de los motores de las lanchas trepidantes. Volverán los perros de las alquerías, escondidos tras los gualandayes, los cachimbos y los pízamos, a ladrar al paso de las veloces embarcaciones, y las vacas de dormidos ojos, tendrán la expresión bobalicona al ser despertadas de sus eternas siestas, mientras la colonias de garzas, irán como ayer a descansar sobre la copa gigante de las ceibas, que cubrirán de blancura como la gigante cabeza de un anciano.

La iniciativa del Club Naútico, de llevar lanchas turísticas a lo largo del río, hasta Cartago y sus vecindades, encuentra eco en las entidades de turismo y el río se vera otra vez surcado por embarcaciones para devolver en tarjetas postales un paisaje que permanecía marginado en la suave penumbra del olvido.




imagen tomada de: calibuenasnoticias.com

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