Las galerías antiguas del Cali Viejo.


Las Viejas Galerías
Autor: Félix Orejuela Rivera

Publicado en Despertar Vallecaucano. N° 85. Año 1986



Así llamaron los caleños La Plaza Central de Mercado construida a inicios de siglo "Las Galerías" estaban ubicadas en la manzana comprendida entre las carreras novena y décima y las calles doce y trece y desempeñaron un papel importante en la historia de Cali.

En la pequeña plazoleta que daba sobre la calle doce, los negociantes de específicos daban cátedra, así como los vendedores de viborina para curar las mordeduras de ofidios venenosos y los oradores políticos como Joaquín Valdiri Varón, que era apóstol del nuevo socialismo, inocuo como las mordeduras de la culebra "petacona".

Las galerías eran una babel. Se vendía en su recinto de todo. El pabellón de carnes estaba situado sobre la carrera novena y se sentaban en los bancos donde se expendía la carne los señorones de Cali como don Alfonso Firmat, don Cesar Córdoba, Ocampos, Londoños, Borreros, Baronas y Velascos. Hasta donde mis recuerdos llegan, la carne valía diez centavos la libra, pero se vendían con hueso. Una pata de res para hacer gelatina tenía un precio de cinco centavos. Las gallinas se conseguían hasta 1951 a cinco pesos. Los uyucos rascadera, yucas, papas, arracacha y demás "raíces" se cotizaban a precio de regalo.

El edificio tenía dos pisos y en la parte superior estaba la sede de las petaquillas. Allí pontificaban don Elciario Cuevas y don Delfín Hernández. Sobre la calle doce se vertían las frutas, en un alarde de abundancia extraordinaria. Y en os alrededores de la plaza de mercado, los turcos tenían sus tiendas, en las cuales vendían las varas de zaraza de diez centavos.

En la esquina de la calle  doce con carrera diez, estaba la tienda de Santos Ocoró, un negro muy culto que cuando cerraba su miscelánea salía a caballo con paraguas blanco, lloviera o hiciera sol. A continuación estaba don Ricardo Paz que era dueño de varios locales sobre la carrera diez. Allí igualmente tenía Miguel Ordoñez su ferretería y más adelante Caicedo y Puente, mayoristas en café. Jesús M. Galindo, Emiliano Vásquez, el coronel Manuel María Ayala, don damián Muñoz, padre de Cecilia, la líder política, don Jorge E. Jordán, don Ricardo Jordán, don Leopoldo Velasco y poco más arriba los almacenes de los chinos, los Chois, donde los cachifos comprábamos bombas de pito, triquitraques, fósforos de luz y todas las especialidades traídas del oriente.







Al frente de las galerías, sobre la carrera diez estaba la cantina de Antonio López "El Amazonas", donde se expendía "cocha", licores varios, cigarrillos, etc. Los paisas Gerardo Parra y Hermanos tenían también tienda en esos contornos. A continuación del "Amazonas" estaba la vieja casa de la señorita Dolores Hidalgo, que fue después de los doctores Nicolás y Francisco Ramos Hidalgo. Allí funcionaba un coso y se cobraban dos centavos por el cuidado de los semovientes. Al frente, en la otra acera, estaba la casa de don Simón Rentería, que con sus hijos, Pedro, Ignacio y Ricardo manejaba una botica. Después seguía la casa de los Castillo, que eran sastres y también aficionados a poner inyecciones y hacer curas de toda índole.

En la esquina de la calle once con carrera diez había un edificio de tres pisos de don Gabino Llanos.  Allí nacieron el poeta Antonio Llanos, Francisco, periodista y el primer caleño que tuvo un radioperiódico: "La Noche", Mercedes y Soledad una de ellas monja carmelita descalza.

En la esquina opuesta de la carrera diez funcionaba "La Rosa Blanca", de unos señores Sánchez, que era un estanquillo oficial y en donde se conseguían los afamados cigarros santandereanos, lo mismo que licores finos. En ese tiempo el brandy era el más usado. Los domingos la tienda de Ricardo Jordán era visitaba por Guillermo Borrero Ayerbe, don Francisco Antonio Fernández y don Cesar Córdoba. Era tertulia seca.

Existió también la tienda de don Julio Piedrahita y "La Cacaotera" en la cual se vendía trago a los señores y que era muy visitada por don Alberto Warnier, don Cesar Córdoba y don Sergio Velasco.

Las señoras que frecuentaban ese gran mercado de "Las Galerías", concurrían muy bien ataviadas, con zapatos altos Luis XV y con peinado de bombas. Atrás iba la muchacha del servicio con su enorme canasto. Los tirabultos deambulaban por doquier, llevando sobre sus hercúleos lomos pirámides de plátanos y gritando la consabida frase: "Ojo, mi reina, que va la mancha".

No se puede olvidar que hasta la plaza de mercado, por la carrera novena llegaba el tranvía de Cali que traía desde Juanchito grandes cantidades de guadua, ganado, aves, y plátanos en cantidades colosales. Era un espectáculo la llegada del tranvía que iba con pasajeros dándole la vuelta a la ciudad de la iglesia de la Ermita, después de haber transitado por la calle veinticinco. Su gerente era don Henry Vergez, un francés muy querido en este burgo.

Para 1950 as galerías fueron buscando mayor expansión y se abrieron las del sitio denominado "El Calvario" de los señores Wainer. En el mercado público del "Calvario" el padre eudista Rafael García Herreros decía misas. Este sacerdote, que hoy es figura nacional, tuvo que abandonar a Cali pues se le tildó de extremista en una emisora caleña.



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