Mozart y Antonio María Valencia.
autor: Redacción
tomado de: Despertar Vallecaucano, Mayo - junio de 1982. N° 63
.... grande honor que hasta entonces había sido conferido a estudiante alguno de este lado del océano: ser designado, haciendo caso omiso de su juventud, profesor de piano del primer Instituto de Música del mundo y Alma Mater del arte europeo, la SCHOLA CATORUM DE PARIS. Y es precisamente aquí donde Valencia insurge en toda su grandeza de colombiano y de artista, al declinar tan ambicionada posición que le hubiera abierto horizontes insospechados, prefiriendo regresar a su patria, en la cual soñaba realizar una misión de vastas proporciones.
Después de una breve permanencia en Bogotá como Inspector de Estudios del Conservatorio Nacional, retornó a su tierra natal y fundó el Conservatorio de Música de Cali en el año de 1923, con un auxilio del Municipio de ciento cincuenta pesos mensuales. Paralelamente inicia labores la "Coral Palestrina" fundada y dirigida por el maestro Valencia, que obtiene éxitos continuos y que en el Primer Congreso de Música, celebrado en Ibague en 1935, se destacó como el conjunto más homogéneo y aventajado del país. Al año siguiente y siempre bajo la dirección del Maestro Valencia, la "Coral Palestrina" obtenía un resonante triunfo en el Teatro Colón de Bogotá, haciéndose aplaudir a rabiar por el frió público capitalino.
Vino a continuación la fundación de la "Sociedad de Amigos del Arte", que dio a Cali lugar de preeminencia espiritual y bajo cuyo patrocino se presentaron en la ciudad grandes artistas como Saint Maló, Wolfang Scheiner, Lucien Bruet, Aimé Rosier, Armando Palacios, Nicanor Zabaleta y Joaquín Fuster, el consagrado pianista.
La actividad de Antonio María Valencia no conocía el reposo y prácticamente de la nada, con los más elementales recursos, fundó la Orquesta de Cámara del Conservatorio, en la cual invertía gran parte, si no todo, su congruo salario mensual de $500 que devengaba como Director del Instituto, a la vez que hacía incontables esfuerzos ante la Gobernación del Valle para la construcción del Palacio de Bellas Artes, sede del Conservatorio de Música y de las escuelas de Artes plásticas y Ballet.
Conseguido este objetivo y sin un solo minuto de reposo siguió el Maestro Valencia plasmando su obra y organiza y dirige la Orquesta Sinfónica de Cali, que se hace aplaudir dentro y fuera de las fronteras del Valle del Cauca, y lleva a cabo la construcción de la Sala Beethoven, que fue escenario de numerosos conciertos con orquesta, música de cámara, recitales de canto, piano, violín, y otros instrumentos a cargo de artistas nacionales y extranjeros.
Solamente una cruel enfermedad que los postró por largos meses y la incomprensión de muchos que amargaron su vida, pudieron poner fin a este incesante ajetreo, a esta cátedra diaria de fervor por el arte y su difusión entre nosotros, a esta cotidiana demostración de dinamismo y capacidad. Murió alejado de todos, como Mozart, menos de los suyos que lo amaban entrañablemente, después de realizar la colosal labor arriba descrita y una producción musical de tal enjundia y versatilidad que no tiene parangón ni ha sido lograda por ningún colombiano. Entre sus obras se conocen 17 Melodías y Canciones; 20 Obras Corales Sacras; 18 Obras Profanas; 19 Obras para Piano; 14 Obras para Cámara; dos Obras Orquestales y 14 Instrumentaciones y Arreglos. Su acendrado nacionalismo musical se desbordó en el trió "Emociones Caucanas", que es según uno de sus críticos una de sus más "felices formulaciones". Su extraordinaria "Misa de Requiem", escrita para corto mixto "a capella", la compuso en Homenaje al Maestro Guillermo Valencia y fue iniciada doce días antes de la muerte del gran bardo payanés, cuando todos los indicios médicos pronosticaban su inevitable fin, y fue terminada durante el viaje en tren de los Coros del Conservatorio de Cali realizaron a Popayán con el fin de tomar parte en los funerales del poeta, y en esta gran composición Antonio María Valencia "se ajustó cuidadosamente a los preceptos de la liturgia católica y en su aspecto prosódico es una obra de calidad insuperable" al decir de Andrés Pardo Tovar, autentica autoridad en la materia, quien conoció al maestro Valencia en su intimidad.
Es imposible dejar de mencionar, así sea para tener una idea, aunque muy incompleta, de la prolífica vida del maestro Valencia, sus brillantes "Canciones Indígenas" para coro o cuatro voces mixtas que levan por titulo: I) Huanuco; II) Hawari; III) Kunanti-Tutaya (no es tiempo todavía); IV) Pastoral; V) Soy peregrino. Cabe destacar también su conmovedor "Madrigal Ingenuo" para "coro a capella", su magistral "Canción del Boga Ausente", para cuarteto vocal, sus estilizadas producciones para piano que se inician con los "Ritmos y Cantos Suramericanos", la delicada y evocadora "Berceuse"; la "Chirimía y Bambuco Sotareño"; el "Bambuco del Tiempo del Ruido", la admirablemente lograda "Sonatina Boyacense" y una página impresionista dedicada a su alumna Rosalia Cruz, titulada "Alba Fresca".
Sus obras de Música de Cámara comprenden, "Dúo en forma de Sonata" para piano y violín, "Egloga Incaica" para flauta, oboe, clarinete y fagot, su admirable "Canción de Cuna" para violín y piano, y la ya mencionada "Emociones Caucanas", quizás lo mejor de su producción en ese campo.
La extraordinario obra de Antonio María Valencia es totalmente desconocida en Colombia y en el mundo. Si este joven, realmente fuera de serie, hubiera nacido en Europa o los Estados Unidos, hoy día estaría consagrado como figura universal. Pero en su vida, después de sus juveniles y rutilantes éxitos iniciales, transcurrió en una pequeña ciudad colombiana y su labor se conserva prácticamente en la sombra, dada la irrelevancia del medio artístico en que le tocó actuar. Si su intenso nacionalismo no hubiera prácticamente malogrado su grandeza histórica, en un país tropical, Valencia figuraría hoy en día en la panoplia cultural del mundo, brillando con luz propia al lado de un Liszt, de un Haendel o de un Mozart. Son numerosas sus obras inéditas y sólo ahora parece que comienza a recatarse, al iniciarse un pequeño museo con sus pertenencias, que estaría ubicado en un gran salón del remodelado Palacios de Bellas Artes de Cali.
Texto tomado de: Despertar Vallecaucano
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