En la presente nota de Urbanidad Nativa hablaremos sobre la práctica artística
llamada Rastros, desarrollada por las estudiantes de cuarto semestre
de licenciatura en artes visuales, de la universidad del Valle, Cali, Angie
Ayala Jiménez y Hellen Bernal Carmona, donde se busca indagar un
poco más a fondo una problemática social y las formas de hacer de esta
práctica.
El nombre de "Rastros" plasma una herramienta, que funde el sentido valorativo que tienen las
madres de familia al trabajar por medio de sus manos, identificando historias
de vida a través de las huellas, donde dejan ver sus pieles. Rastros pretende
reconocer el trabajo de mujeres de la vida cotidiana, que no se les ha dado el
merito que pueden merecer a su labor.
Esta
práctica artística consiste en conocer las historias de vida de mujeres que han
sido desplazadas, tomando el desplazamiento no como un acto necesariamente
forzoso y obligado, sino como el proceso de moverse de un lugar a otro, un
proceso de transformación, de cambio, que lleve a problemáticas nuevas, a saber actuar frente a
situaciones desconocidas, tomando el desplazamiento como un proceso de
mutación, (Práctica artística tomada como el trabajo realizado
con la comunidad, buscando plasmar una problemática social donde no solo cuenta
el artística como único contribuyente a la obra, si no que se compone de otros
actores sociales).
Se
tiene presente que en el proyecto se trabaja con mujeres (por el hecho de ser
menos visibles en la comunidad actual, donde después de tanto tiempo y tantas
luchas contra el machismo, siguen teniendo un papel secundario en la sociedad),
en su mayoría son cabeza de hogar, con hijos entre 0 y 13 años de edad
aproximadamente, procedentes de la costa pacífica; las condiciones de los niños
son precarias, poseen vulnerabilidad en su entorno escolar, no todos tienen la
posibilidad de tener una educación en el
colegio.
El
proyecto de práctica artística se lleva a cabo en Cali, en la zona de ladera,
en la comuna 18, pero se deja claro que los trabajos que realizan las mujeres
están fueras del sector donde viven; sus labores son de carácter informal
(semáforos, venta de minutos, chontaduro, mango, dulces, etc.), pero no dejan a
un lado las responsabilidades del hogar y sentido materno, algunas de estas mujeres laboran en cultivos,
de donde obtienen gran parte de su alimento diario.
El
agua potable no esta bien distribuida para todo el sector, tampoco poseen
servicio de recolección de basuras, las calles no son totalmente pavimentadas,
tienen facilidad de energía eléctrica. Las casas están construidas con
materiales básicos como bareque, esterilla, y tejas, algunas están en obra
negra, dificultando las condiciones de alcantarillado.
La
idea de Rastros tiene un primer
boceto desde el año 2012, donde inicialmente se planteaba trabajar a cerca de
la piel. En marzo de 2013 en la Universidad del Valle, en el curso de Proyectos
IV, de la carrera Licenciatura en Artes Visuales, el tema de trabajo era “Del caribe al pacífico” Allí fue donde se
acoplo la idea de trabajar la práctica artística con esas mujeres, y así nació
el proyecto “Rastros”, que finalizo
con su exposición el 11 de Junio de 2013; con ello se logro dejar la huella de
la labor poco reconocida de estas personas.
Se
toma como referencia los trabajos anteriores de la artista Japonesa Satoki Nagata, quien ha producido una
serie de retratos callejeros abstractos, en blanco y negro de personas
atrapadas en elementos frígidos. A Akiko kumazawa, también Japonesa, que trabaja de
manera tal que sus creaciones, con una sutil elaboración, traen una potente
carga conceptual, los materiales frágiles están enlazados, tejidos o prensados
con diversas intenciones. Al artista Mexicano Gabriel Orozco que explora el
uso de video, dibujo y la instalación artística así como fotografía y
escultura, Orozco da libertad a la audiencia para explorar las asociaciones
creativas entre objetos ignorados tradicionalmente en el mundo de hoy. Eva Hesse, nacida en Alemania, siendo conocida por
su trabajo pionero en materiales como el látex, la fibra de vidrio y
el plástico. Utiliza las texturas en sus obras.
Se tiene en cuenta que para la presente práctica artística se establece un contacto social
directo con los actores de un fenómeno social, en este caso la vulnerabilidad
de un sector popular en Santiago de Cali. El proyecto Rastros surge en un contexto donde el desequilibrio económico es el
punto de partida, y el empleo informal. Con estas
mujeres se crea lo que Laddaga llama “forma de artificial de vida social”
involucrando a los no artistas, y haciéndolos parte activa de la práctica.
Al trabajar con pegamento sobre la piel, queda una
huella, pero no tendría ningún sentido si no se le da una razón; es la idea que
nos da a entender Raúl Ynsaurralde en sociología del arte: “Los elementos
materiales se transforman en manos del artista porque adquieren un nuevo
sentido, el cual surge de la manera como se haya tratado el tema, pero también
del juego de relaciones que se establece entre aquellos, para determinar una
nueva estructura absolutamente artificial por debajo de la forma
representativa”1 Más que mostrar la práctica
artística como tal, es evidenciar la problemática social que hay detrás de
ella, la estructura artificial de la que se habla es la interpretación que se
la ha dado a manos del artista, con la práctica se refleja una pequeña parte de
la problemática que en verdad sucede, hay un juego de elementos puros donde las
percepciones de quienes ven los resultados quedan a libre determinación y
sentido.
“…También aprehende la realidad que le circunda y la
expresa”…“Aborda también el artista la representación de elementos
individuales, que sean de carácter humano, como en el caso típico del retrato,
que pueden ser representados a su vez en actitud predominante religiosa, social
o reflexiva…”2. Rastros toma elementos de las marcas de la vida de cada una de
estas mujeres, expresándolas de manera reflexiva, interiorizando primero
determinada problemática, aprehendiendo esa realidad, para finalmente
exponerla, llevando a los espectadores a pensar en esas historias de vida de
sus semejantes en circunstancias diferentes a las suyas.
“…Y esta importancia esta vinculada a la creencia en
que allí tiene lugar la exposición de una cierta verdad general de los
individuos o las comunidades tal como puede manifestarse en una forma
singular”3. De esta manera se logra tomar una problemática grande e importante, en este
caso visible pero ignorada, y filtrarla hasta llegar a una singularidad, a un
resultado, a través de un proceso realizado conjuntamente con la comunidad.
En la observación final de la obra, debe existir un
contexto para saber identificar que es lo que nos quiere dar a entender el
autor, muy bien lo dice Laddaga “A menos que podamos observar el cuadro a la
vez que reconstruimos referencias, veremos una mera agregación de líneas y
colores: “mera decoración mas bien que acto simbólico.”4 Pero si se tiene en cuenta el trabajo de las madres de familia y el esfuerzo
que hacen por cuidar de sus hijos se entenderá que se plasma por medio de las
formas de las huellas de las manos y el pegamento. En ellas se notan
cicatrices, que si bien dan a conocer el tipo de trabajo, o mejor expresado en
la división del trabajo social, fragmentos en las que se da cuenta que todos no
tienen las mismas condiciones de vida.
[1]
Ynsaurralde, Raúl, Sociología del arte, Universidad Nacional, publicación
número 5, 2007, pág. 3
[2]Ibíd.
Pág. 17
[3]
Laddaga, Reinaldo, Estética de la Emergencia, Buenos Aires, 2006, pág. 33
[4]Ibíd.
Pág. 100.
En la siguiente imagen se muestra el trabajo
realizado. Con lo que anteriormente mencionamos, podemos hacer un recuento social de lo que hay
más allá de una huella de la mano.
Desde el arte podremos dimensionar completamente y hasta superar las vicisitudes que nos impone el sistema social en el que vivimos
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